EL VUELO DE LA PAPAPOSA.

 EL VUELO DE LA MARIPOSA O PAPAPOSA COMO LE LLAMA NI NIETA ANTHONELLA.

Me encanta cultivar y cuidar el jardín, mi vida se inicia en el campo en medio de la naturaleza, muchos árboles frutales al rededor del rancho de paja donde vivía con mis padres y hermanos, a orillas del caudaloso Río Grande de la Magdalena, qué época maravillosa de mi vida viendo pasar los majestuosos barcos a vapor salpicando el agua con sus inmensas ruedas hidráulicas que impulsarán el barco y la nube grisáceo de humo más el estruendoso glasón de aire cuyo eco se hacía sentir a muchos kilómetros a la redonda, muchos llegaban de paso a nuestra finca, total sólo era colocar un planchon de madera para que se bajaran  las viejas  encopetadas  que  venían del interior del país a saborear un delicioso coco de agua que mi padre les ofrecía. También fui testigo de las grandes balsas hechas con  trozas de madera de gran diámetro conduciendo la madera hacia los aserraderos Marenco y Chahin en Sabanagrande, los balseros se refugiaban  en sendas casas de Palma hechas sobre las vigas de las balsas, llevaban provisiones para el largo viaje a la deriva de la corriente de río abajo, aproximadamente un mes y a nuestra finca llegaban a esperar la lancha del aserradero, al final intercambiaban con mi padre los víveres sobrantes, grandes amistades cultivó mi padre, más tarde mis padres se trasladaron a la cabecera  municipal a un kilómetro de la finca, yo seguí en el campo con mis abuelos maternos en la finca Por el punto, los años más felices de mi vida canpesina, abuelos maravillosos que me consintieran tanto y la mayor inocencia de la vida contemplando atardeceres a orillas del Camino Real viendo por las tardes el desfile de los campesinos subidos en sus burritos llevando la carga del producto campesino, la me la para los fogones y un mazo de hierba para por la noche comida para los burros orondos aliergaban su paso al pueblo, a su paso el saludo cotidiano, adiós, adiós...por las noches sentado a la intemperie refiriendo chistes sentados en butacas de madera elaboradas por el abuelo Octavio, nos deleitábamos contemplando el firmamento estrellado, grandes figuras me gustaban las que brillan , muchos luceros y constelaciones, de vez en cuando una estrella fugaz , las luciérnagas y sus brillantes luces intermitentes, el canto de las lechuzas , bujíos cantando y dando saltos, por otro lado en una mano con un trapo azotando a los mosquitos y el Abuelo preparaba una hoguera con cáscaras de coco seco, a la  abuela le gustaba la pesca  pesca y lo hacía muy bien, un anzuelo con una cuerda llamada cuenda y una rana morena tenía asegurado un inmenso pez cuyo coletazos se sentía en el rancho que luego mi abuelo le ayudaba a sacar y luego colgaba en el travesaño de madera del rancho y la cola a arrastraba el piso.

Todo esto para justificar ni amor por el campo y la bella naturaleza, cada vez que tengo oportunidad de contemplación como en esta mañana al salir al jardín y encontrarme con esta bella mariposa merodeando por las matas en busca de una flor para libar, el maravilloso vuelo sin planificar, sin rumbo fijo el vuelo de la papaposa oronda se pasea por encima del jardín.

   




 


Comentarios

Entradas populares