UNA BODA CELESTIAL

UNA BODA CELESTIAL.

No es fácil escribir sobre los hijos que se fueron a la eternidad  sin decirnos un Adiós, no es fácil  recordar aquellos hechos de aquel funesto día 29 de Agosto de 1999,  último año del siglo XX,  cuando en horas de la madrugada nuestro auto fue arrollado por unos vándalos delincuentes que venían haciendo fechorías  en la madrugada. A una velocidad impactante se aparecen en la intersección  de la carrera 43 con la calle 54, ambas vías preferenciales y de un sólo sentido, venían a más  de 120 kilómetros por hora,  yo apenas me disponía a colocar el cambio de la segunda al hacer el pare en la esquina , el semáforo estaba en intermitencia , fue tanto el impacto que mi vehículo , una trooper maciza  de dos puertas , dio tantas vueltas , porque impactó a un lado del centro de gravedad , todos los ocupantes giramos por dentro , mis hijos Oscar Luis Benavides  Merlano y Aytell Dominjuez Navarro, venian dormidos en la parte trasera y se han salido disparados reventando los vidrios de las ventanillas traseras , un gran impacto con los bordillos del pavimento acabó con sus vidas , cuánta impotencia por estos hechos ,  los delincuentes se detienen sólo porque las llantas delanteras de la silverado automática donde venían le estallaron las dos llantas delanteras , el capó  doblado y levantado que le impedía la visibilidad , quedaron  metidos en la bomba de gasolina de la 54 y un informe de reconstrucción de los hechos determina que venían sólo a 40 kilómetros por hora , como que a esa velocidad se produciría semejante impacto,  creo que con el impacto perdí el conocimiento momentáneo , no lograba asimilar lo sucedido,  nunca vi el auto que me embestia,  sólo recuerdo el gran impacto, algo monstruoso  acabó con la vida  de mis hijos  que no hace mucho tiempo habían celebrado esta gran boda  de despedida familiar. Los bandidos eran de peso pesado , todo lo manipularon desde la Fiscalía que investigaba, en un cajón del fiscal encontraron una gruesa suma de dinero. Lo más duro de todo es la injusticia por afrontar un proceso penal por culpa de unos bandidos. A Dios en su infinita misericordia y sabiduría  le hemos dejado su sano juicio,  18 años  de gran pena en nuestras almas , no es fácil  remover esta gran herida  sin que broten lágrimas de gran dolor ,  porque tuyo es el poder y la gloria por siempre señor. Nuestros hijos Oscar  y  Aytell  en tu santo Reino, Amén.

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