MARCEDE Y PARTAVIO.
Inolvidables y maravillosos abuelos eternamente recordados. Personas que han sabido dejar huellas en nuestros corazones, abuelos consentidos que consagraron sus vidas al cuidado de sus 21 nietos Domínguez Cervantes, hoy con mucha nostalgia recordando a Marcede que estaba de cumpleaños, recuerdo mucho esos combites que ella organizaba en la finca POR EL PUNTO, el abuelo hacía una siembra de maíz y para la cosecha reunía a sus nietos en la finca, la abuela preparaba mazmorra de maíz verde con leche de coco, bollos de mazorca con coco, buñuelos de maíz verde y una palizá de chivo chaqueta azul, recuerdo que la abuela bromeaba con el picante de la sopa, decía hechele buen picante para que se le pongan los huevos largos, ja,ja, siempre a la hora de la sopa me acuerdo de Marcede, también al tío Tarquino le gustaba mucho el picante. Mientras la abuela preparaba la comida nosotros pescábamos, una vez salí a pescar al puerto de ladrillo con Abraham, siempre fui su compañero de pesca, tengo muchas anécdotas con Abraham pescando, dice él , yo no recuerdo que estábamos pescando con anzuelo de varita y cuando el saca un barbul pequeño me lo engancha en la espalda y el pescado revoloteaba  en mi espalda clavado por la espuela. Les decía que estaba pescando con Abraham en el puerto de ladrillo, él lanzó su anzuelo largo y yo en la orilla con mi anzuelo de varita, se me ha pegado un enorme Robalo y yo no podía sacarlo, Abraham me ayudó a sacarlo y nos fuimos apresurados al rancho de los abuelos, él les dijo que lo había pescado. Mucho tiempo después estando en una reunión contando la anécdota me dice Abraham así es la vaina, toda la vida lo he referido que yo lo había pescado, no contaba con mi gran memoria. El abuelo solía hacer sembrado de papaya y en la cosecha llevaba para el desayuno, sobre la mesa las partía en tajadas y el que más comiera, así era con las cajas de mango de todas las variedades, jugábamos al que más mangos comiera, yo a duras penas me comía 40, también tenía un trapiche de moler caña en la finca y el delicioso guarapo. Mucho coco de agua, cañandonga, guanabana, naranja, nos gozamos la finca del abuelo, en una ocasión sopló un gran viento que derribó las matas de platano, cantidad de racimos verdes de todas las variedades , el abuelo los colgaba en el travesaño de la casa y cuando empezaban a madurar  la apretada de guindo que nos dábamos, de ahí que sea mi fruta favorita. Cuando para fin de año se inundaba la finca y el abuelo nos mandaba a cuidarla, todo el día sumergido en el agua y también pescando, pelabamos las varillas de coco verde y por millares de la vendimos a Don Jacinto Rosales que las usaba en la fabricación de cohetes artificiales. Años maravillosos disfrutamos con esos abuelos mágicos y para rematar en el pueblo teníamos la bodega de algodón del tío Julio Cervantes Gutiérrez  donde todos los días nos revolcabamos jugando ese colchón gigante, sin contar con la pila de arena que el abuelo mantenía en un rincón del patio y la subida a los árboles del patio, las carreras sobre las parrillas medianeras, un patio inmenso donde pasábamos divertidos todo el día jugando, luego las carreras sobre los tambores de gasolina vacíos rodando por la calle hasta el puerto. Una vida maravillosa con unos abuelos mágicos en @Sitionuevo(Magdalena).
#Sigamosencasa.


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