UNA PANDEMIA FATAL Y SILENCIOSA.

Vivir angustiado puede ser peor, qué hacer para pasar desapercibido e indiferente sino hacerse el desentendido guardando los protocolos y mantenernos reguardos en casa, hasta las noticias de las bajas inesperadas de nuestros amigos y seres queridos nos produce estados de nervio que nos hace perder la calma, hay que tratar de pasar este trago tan amargo con mucha dosis de tranquilidad. Evitar a toda costa el contacto emocional con personas alarmistas que sólo persiguen desequilibrarnos, es necesario buscar la forma de desconectarse del mundo real y hasta de ese virtual que nos contamina con noticias alarmistas y muchos que aprovechan para el terror. Yo me distraigo escribiendo y compartiendo con mis amigos, las noticias catastróficas le pasó la página, escucho música de mi agrado, veo recuerdos de momentos agradables compartidos y como no puedo salir a la calle camino internamente en el edificio, entre otras muy despoblado y habitado por gente mayor, camino distraído escuchando música clásica y contemplando el panorama del cielo y las nubes  las ramas de los árboles movidos por el viento, desde luego usando la mascarilla. Estoy resignado a permanecer el tiempo que se requiera, ya van más de tres meses sin salir a la calle, a lo lejos ve la gente y los autos pasar, ayudó a conservar el jardín del edificio regando las matas y he plantado nuevos árboles frutales que tienen todo mi cuidado, bajo al sótano donde está el garaje y mi auto que mantengo brillante y le doy su calentada sin salir a la calle, él también está guardando la cuarentena.
Cuando todo esto termine no se si vuelva a salir, estoy tan amañado que como aquel perrito tanto tiempo amarrado cuando lo sueltan sigue en el mismo sitio.
Creo que el terror por el brote de la pandemia nos causa mayor daño, esas noticias alarmistas de que Barranquilla y todo el Atlántico representan el 30 % del brote de la pandemia de Colombia nos deja mal parados y emocionalmente nos causa mucho daño, las personas con diagnóstico positivo de mueren más por la impresión de saberse contagiados y al borde del gran precipicio sin fondo, saberse internado en una sala de cuidados intensivos nos mata, recuerdo cuando yo tenía 46 años pasé 24 horas infar
tado del miocardio y solamente me causó pánico cuando el médico internista me dijo que si yo no sabía lo que tenía, cuando me llevaron a la sala de cuidados intensivos y verme rodeado de mucha gente entubada y sobre todo al preguntar al día siguiente por ellos fallecidos me producía mucho pánico. Por eso es recomendable conservar la calma y no estar tan pendiente de las malas noticias, todo esto pasará no hay mal que dure tanto, tratemos de asumirlo con mucha calma. #Sigamosencasa.  

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