GRANDIOSO RÍO GRANDE DE LA MAGDALENA.















SOÑAR CON UN ESPLENDOROSO RÍO GRANDE DE LA MAGDALENA.

No me canso de soñar con un gran río que desde mi infancia me ha visto crecer , me considero afortunado de haber nacido justo a orillas de este gran río, en un pueblo olvidado lleno de muchos recuerdos, que desde su fundación no ha hecho otra cosa que servir de despensa a Barranquilla, su situación geográfica a escasos  kilómetros de su desembocadura  en Bocas de Ceniza, posee la mayor cantidad de costa del Rió Magdalena, aproximadamente unos 50 kilómetros de costa en el Río , es el último de los municipios que junto a Barranquilla se disputan la desembocadura del caudaloso río. Años maravillosos con mis ancestros disfrutando este hermoso río y en esos tiempos cuando en todo su apogeo albergaba muchas especies que se introducían del Mar Caribe a escasos 30 Kilómetros de su desembocadura en Bocas de Ceniza, los tiburones, pez espadas, sábalos inmensos, enormes manta rayas, caimanes de aguja muy peligrosos, cazones, bagres grandes, tenía vida propia el río, muchas familias vivían de la pesca, de la madera que arrastraban las aguas, también llegaban a la finca de mi padre arrastrados por la corriente familias de personas que dirigían y cuidaban enormes vigas de madera dispuestas de tal manera que en forma de Balsa era el casco de una ordinaria embarcación, madera que era la materia prima para los aserraderos, sus tripulantes venían con la despensa de un mes de recorrido arrastrados por la corriente, la forma más económica de transporte de carga, una especie de barcos desechables y aprovechables sin contaminar el ambiente. También llegaban a la finca los lujosos barcos a vapor cargados de turistas desde el interior del país, recuerdo mucho a las viejas encopetadas que se maravillaban de disfrutar un delicioso coco de agua y su deliciosa carne, esto solo se veía por estos lares tropicales. Mi padre supo sacarle frutos al río, muchas amistades llegaron por este río, también recolectaba la madera que venía arrastrada por la corriente, tenía una canoa movida por canalete y palanca, hacia grandes Arrumes de madera, se la vendía a los fabricantes de ladrillos en los Tendales, la principal industria y fuente de trabajo de mi pueblo @Sitionuevo, me acuerdo mucho de los camiones transportadores de la madera y de los ladrillos de barro cocido, la mayoría no tenía cabina de conductor y hasta el motor al descubierto, no tenían motor de arranque, con una manivela le daban el impulso y con poco freno, andaban despacio y cuando se aproximaban a su destino se baja el ayudante con un trozo de madera para frenar la llanta delantera. Al lado de la finca había un puerto especial para el transporte de ladrillo hasta @Barranquilla, enormes botes de mucho calado transportando millones de ladrillos, cuadrillas de personas sin camisas, en pantaloneta y un trapo para protegerse del polvo rosado que desprendía los paquetes de ladrillos cruzados que se llevaban a sus hombros y como hormigas arrieras cargaban el inmenso bote, usaban unas palancas de madera de varios metros que en un extremo llevaba una horqueta incrustada y asegurada con torques de alambre, estas palancas eran usadas en las partes llanas del río, el bote por lo general era arrastrado por una lancha de motor y a su regreso aprovechaban el impulso de los vientos con sendas velas de lona, muchos botes de gran tamaño con nombres especiales cuyos dueños patrocinaban las inolvidables fiestas patronales de Santa Rosalía de Palermo y San José de la montaña. También había en ese mismo puerto un corral de madera en cuya parte central había un enorme árbol de Bonga, aquí encerraban el ganado vacuno para ser transportado a nado por el río hasta el departamento del Atlántico, en una lancha de madera atravesando unas vigas de madera, por ambos extremos amarraban una res y la lancha los movilizaba a través del río hasta su destino final, una forma ordinaria pero cómoda para transportar el ganado vacuno porque los asnos se podían transportar así porque al no saber nadar aflojaban el esfinter y se llenaban de agua hasta ahogarse. Desde muy temprana edad viví con mis padres y mis abuelos en las fincas Coco Solo y Por el punto, en Coco solo vivía con mis padres, con mis hermanos, con varios de los hermanos menores de mi padre, en un rancho de palma en medio de los árboles de coco, mango, guayaba, níspero, mi padre hacia hortalizas cuyo riego se hacía con unos tubos y un par de regaderas, dos veces al día, algo muy dispendioso y de poca monta la cosecha, el campesino se esfuerza mucho y gana poco, se disfruta la vida del campo, se respira aire puro, se disfruta el radiante sol y el agua de los ríos, la pesca fresca, los frutales y las frutas cogidas directamente del árbol, es la vida maravillosa del campo la que disfruté en esos años maravillosos de mi infancia, luego mis padres se trasladan al pueblo y yo me quedo en Por el Punto con mis queridos abuelos, qué abuelos maravillosos Partavio y Marcede, así les decíamos sus nietos, mi abuelita me quería mucho, era su hijo privilegiado que nunca tuvo, era mi peluquera favorita, no aceptaba que otra persona me motilara, ella me metía entre sus piernas para motilarme, muy dulce la abuela, tenía una gran paciencia, le gustaba mucho la pesca, solía pescar por las noches y atrapaba grandes peces, tiburones, pez espadas, bagres, cazones que mi abuelo Octavio colgaba en el madero travesaño de la casa de la finca, por las noches al aire libre solíamos sentarnos a referir chistes a la intemperie alumbrados por los rayos de la luna, contemplando el firmamento poblado de estrellas y constelaciones, jugábamos a localizarlas, las estrellas fugaces, las luciérnagas, el canto de las lechuzas. Qué tiempos maravillosos aquellos en compañía de nuestros ancestros, jamás volverán a repetirse, gracias padre Celestial, esa fue mi maravillosa vida del campo a orillas del grandioso Río Grande de la Magdalena. 
 





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